Creamos a nuestros propios monstruos

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En esta tercera entrega, no estaba nada segura del tema a tratar, pero algo que últimamente me ha llamado la atención y mucha alerta es no solo la inseguridad, corrupción, muertes violentas hacia mujeres, hombres, niños y niñas (y prácticamente a la mayoría de los habitantes de este país), sino más bien reconocer qué tanta responsabilidad tenemos hacia esa violencia tan latente y tan sacada de ficción pero que tristemente es real.

 

Y sí, digo responsabilidad, porque en más de una ocasión no solo otras personas, sino yo misma me he encontrado en la situación de querer culpar por completo al victimario, a ese individuo que cometió algún tipo de atrocidad en contra de la vida de otros. Pero no podemos decir que esa persona se levantó de su cama un día por la mañana y de repente decidió ser una “persona mala” una persona que mataría, mutilaría o desaparecería a otros con la recompensa de recibir dinero, carros, o la aprobación de sus allegados. Eso en lo personal pienso que es imposible, a menos de que todos ellos tuvieran algùn tipo de transtorno mental.

 

Así que en esta reflexión, lo que me gustaría intentar es comprender qué es lo que pasa en las vidas de esas personas que han hecho daño a otros de maneras que repito, parecen sacadas de la ficción; qué es lo que los mueve a estas acciones, que instituciones podrían estar detrás de estos mecanismos, o si nosotros mismos como sociedad, como seres humanos de un país como México hemos ayudado a construir. No siento que este texto sea en defensa de esas “personas malas” sino más bien poder visualizarlos como seres humanos que probablemente les tocó estar del lado equivocado y/o menos privilegiado de México. Es una invitación a pensar cómo vemos nuestro país, como vemos a nuestra familia, vecinos, cómo nos vemos y actuamos a nivel individual y que invariablemente afecta a un nivel colectivo.

 

Desde el inicio de la ya conocida “guerra contra el narcotráfico”, establecida por el expresidente Felipe Calderón, y ahora con la administración presidencial actual de Enrique Peña Nieto han sucedido una serie de desapariciones y asesinatos de miles de personas en nuestro país. Según datos presentados por Pie de Página en el año 2016 “en la última década, del 2006 al 2016, la llamada “guerra contra el narcotráfico”, declarada por el ex presidente Felipe Calderón, y la estrategia de seguridad de Enrique Peña Nieto, han provocado más de 150 mil muertos, 280 mil desplazados y cerca de 30 mil desaparecidos”.

 

Durante todo este tiempo, las víctimas han aumentado, algunos han narrado lo que les ha sucedido, otras prefieren callar, pero por otra parte también los agresores parecen que se mantienen y me atrevería a decir, también crecen. Así que en primer lugar me gustaría categorizar en dos grandes espectros a los agresores o victimarios, para que de esta manera se pueda entender desde qué frentes provienen y por qué:

 

  • El narcotráfico, materializado en sus múltiples individuos.
  • Los soldados que representan la herramienta de acción de instituciones como las Fuerzas Armadas y la Marina.

 

Cabe mencionar que ellos me parecen los dos más importantes ejemplos (pero no los únicos) de lo que está sucediendo detrás de esa “guerra contra el narcotráfico”, detrás de esas desapariciones o muertes que ya parecen tan normalizadas por la mayoría de nosotros. En una entrevista que le realizaron al director documentalista Everardo González, por su próxima película titulada La libertad del diablo, él busca presentar la perspectiva de muchas personas que forman o formaron parte del narcotráfico en sus distintos niveles y también la perspectiva de las víctimas. Y uno de sus comentarios que me pareció muy importante dentro de la entrevista fue el siguiente:

 

“Esta película empezó con lo absurdo del lucro por la violencia… me hizo reflexionar en mis propios juicios morales sobre lo que veía o leía o los que observaba de la misma sociedad, y sobre todo a cuestionarme. Por ejemplo, si yo sería capaz de cometer actos de venganza o no”  (EnFilme, 2017).

 

Es justamente esa idea la que podría guiarnos en lo que está sucediendo actualmente, el realmente ponernos a pensar si nosotros como individuos, seríamos capaces de lastimar a otro ser humano. ¿Cuáles tendrían que ser nuestras experiencias de vida para ser capaces de ejercer la violencia? Es una pregunta muy fuerte pero como está la situación no es para menos, ahora la sociedad realmente vive con miedo, un miedo que tal vez no todo el tiempo está completamente presente en cada uno de nosotros o en cada actividad que hacemos, pero de repente aparece cuando por ejemplo voy caminando hacia mi casa y en la calle que tomo todos los días veo muchas patrullas paradas y mejor decido rodear que cruzar por ahí, o cuando me doy cuenta que ya es muy tarde para tomar el autobús o el tren ligero y prefiero buscar ride o esperar que alguien vaya por mí.

Puede que muchos de nosotros no queramos o podamos tratar de comprender o por lo menos materializar a los agresores, y aun así sería interesante tomar en cuenta que al final, lo veamos como lo veamos, son personas que nacieron igual que nosotros, y que están no solo en un país, sino en mundo más lleno de inequidades que de oportunidades. Un mundo en donde no pienso que todas esas “personas malas”  fácilmente pudieran encontrar condiciones sociales, familiares o laborales óptimas para formar parte de las “personas buenas”.

 

“Veo gente enloquecida, chispas de locura, de barbarie total. No puedo pensar en esas personas como mis iguales en esas condiciones, en esos momentos. Y sin embargo seguimos siendo de la misma especie” (EnFilme, 2017).

Testimonio de una víctima antes de ser torturado presentada en el documental

La libertad del diablo.

 

Qué difícil es poder dejar de ver la mayoría de las cosas que nos rodean en opuestos, y la cita anterior es un claro ejemplo de esto. Muchas veces preferimos vivir únicamente en opuestos porque es mucho más sencillo que estar matizando cada una de las acciones que realizamos o los eventos que suceden día a día. Pero creo que en este tipo de situaciones, donde se está utilizando a seres humanos como medio de lucro (narcotráfico) o como “apaciguadores” en contra de la violencia por medio de la militarización de las calles (soldados), no todo es blanco y negro.

“En mi opinión, una vez que escuché en el canal de Chiconautla en el Estado de México, a un jefe Zeta hablar de la desfortuna que tuvo de haber nacido en una sociedad desigual del lado equivocado; me hizo pensar en qué tanto somos corresponsables como sociedad de eso, ¿no?” (EnFilme, 2017)

Comentario en la entrevista de Everardo González, sobre su documental

La libertad del diablo.

 

Al igual que el director Everardo González, me parece que a diario vemos por ejemplo, un sistema económico que nos muestra lo que la mayoría de las personas nunca va a poder tener, un sistema corrupto e impune en donde no solo los altos cargos forman parte del mismo sino también muchos de nosotros en pequeñas o grandes acciones que decidimos realizar. Entonces todo esto, ¿qué está generando en la sociedad? ¿cuáles son las repercusiones que desde el 2006 se están presentando en nuestro país?

Por otra parte, desde las instituciones me parece que tampoco se está dando un gran ejemplo de construcción de comunidad o un alto a la violencia. Aspectos que a diario se presentan en las fuerzas militares como la cadena de mando en donde las órdenes hechas por los altos mandos o comandantes deben ser seguidos al pie de la letra, aún cuando la orden recibida sea ilegal; o también la  obediencia debida en donde un soldado tiene la obligación de obedecer órdenes, de lo contrario incurren en un delito, o también la capacitación que se les da cuando alguna persona decide formar parte del ejército, y que dura entre ocho y catorce semanas para después realizar acciones fuera de la capacitación (información recabada de Pie de Página).

“Todo lo que hice en relación a los hechos en que murieron el Michoacano y el Cholo (dos civiles que habrían sido detenidos y torturados en la Tercera CINE) fue porque tenía temor de que si me negaba a cumplir las órdenes del mayor de infantería Alejandro Rodas Cobón, tuviera represalias en mi contra o de mi familia” (Pie de Página, 2016).

Testimonio de un cabo (elemento de tropa) ante el Ministerio Público Militar.

 

De nuevo, aquí más que herramientas o manos que “simplemente” obedecen órdenes, son personas que muy probablemente les tocó vivir en un contexto donde su única salida era formar parte de esta institución. Y al estar dentro de diversas mecánicas en donde lo que importa es obtener información o callarla mediante la violencia, entonces me parecen que existen muy pocas posibilidades para dejar ese tipo de vida. Marcos Pablo Moloeznik, investigador de la Universidad de Guadalajara y el Conacyt, dice que “ existen dos ejércitos en México (…) el de los privilegiados y el de las masas (…) Aquí el Ejército es el pueblo mismo en uniforme, al menos en el sentido de que comparte las abismales diferencias y contrastes que caracterizan a la sociedad en su conjunto” (Pie de Página, 2016). Un ejemplo claro de la idea anterior es que únicamente se necesita presentar el acta de nacimiento, constancia de antecedentes penales y el certificado de educación básica (que casi siempre es secundaria), para poder ingresar como personal de las Fuerzas Armadas.

 

“El soldado Felipe, involucrado en un enfrentamiento en Guerrero, cuenta que se dio de alta en el Ejército por necesidad. Yo era maestro (pintor) tenía gente a mi cargo, pero cuando empezaron las cuotas (de extorsión del crimen organizado)… algunos ya me dejaron de pagar y tuve que abandonar. Había estado en Estados Unidos pero me agarró la migra. Ya de vuelta, un día, me visitó un primo militar. Le pregunté y me ayudó. Así entré yo”.

Testimonio encontrado en Pie de página, 2016.

 

En fin, esta violencia me parece que está funcionando como una herramienta muy potente para dominar a la mayoría de los que vivimos en este país y que ha provocado miedos, sufrimientos, resentimientos y muertes. Con esta reflexión busco tratar de entender qué es lo que buscamos como sociedad, qué es lo que deseamos obtener o de qué manera queremos vivir y qué es lo que tenemos que hacer para conseguirlo, si no se está del lado de las oportunidades. Y tristemente tanto las “personas buenas” como las “personas malas”, todos y cada uno de nosotros, en mi opinión, estamos conectados en la manera en que estamos viviendo hoy en día.  

 

“Nosotros generamos los propios monstruos que tenemos en este país”.

Comentario en la entrevista de Everardo González, sobre su documental

La libertad del diablo.

 

 

REFERENCIAS:

EnFilme. (31 de marzo de 2017). Entrevista con Everardo González, director de ‘La libertad del diablo’. Recuperado en febrero de 2018, de https://www.youtube.com/watch?v=Ass1Knu-M8w

Pie de Página. (29 de agosto de 2016). Cadena de Mando. Recuperado en febrero de 2018, de https://piedepagina.mx/cadena-de-mando-index.php

 

 

 

 

 

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